Estoy leyendo un libro de Sam Harris que se llama Waking Up: A Guide to Spirituality Without Religion (Despertando: Una Guía Hacia la Espiritualidad sin Religión). Es espectacular y lo recomiendo ya seas religioso o no.

Entre otras cosas en el libro se habla acerca de la conciencia y cómo los humanos la percibimos. El tema es demasiado largo, como para una conversación de horas o incluso días, pero como siempre voy a tomar algunas ideas y relacionarlas con salud y entrenamiento.

Por lo general percibimos a cuerpo y mente como dos cosas separadas. Es algo así como sentir que nuestro cuerpo es un vehículo y que vivimos adentro de él, pero esta idea no es correcta (si alguien tiene un buen argumento para decir lo contrario, por favor comente). Cuerpo y mente son uno solo y este es a breves rasgos el argumento:

Al afectar partes del cerebro podemos ver cómo se afecta la «mente», o la forma en que la persona percibe el mundo e interactúa con él.

Por ejemplo, al dañar una parte del cerebro una persona puede dejar de reconocer caras, pero puede seguir hablando. Los cambios físicos en el cuerpo tienen influencia directa en la «mente». Puede que en un accidente por recibir un golpe fuerte perdamos la memoria; seguimos siendo en teoría la misma persona (físicamente), manteniendo habilidades como poder leer, escribir, practicar algún deporte, y sin embargo no recordamos nada.

Los estímulos físicos sobre nuestro cuerpo alteran nuestro estado mental.

Haciendo una analogía hacia nuestra salud, me parece importante que sepamos que nuestro cuerpo no es simplemente un vehículo que sirve para movilizarnos de un lado a otro, sino que es uno solo con nuestra mente.

Por esta razón no podemos esperar que nuestra conciencia sea la misma si fumamos o no; que nuestra mente sea la misma si comemos chatarra o buenos alimentos; no podemos esperar que nuestro estado de ánimo sea el mismo si estamos hidratados o no hemos tomado agua en horas. Así que si queremos tener una mente de calidad tenemos que alimentar nuestro cuerpo con comida y estímulos de calidad.

De manera general sabemos que si leemos buenos libros, vemos buenas películas, escuchamos a gente sabia, etc., nos convertimos en personas más «valiosas». Es algo así como alimentar nuestra mente. Sin embargo la calidad de lo que producimos es extremadamente superior si no sólo alimentamos nuestras «mentes» sino también nuestros cuerpos.

Puedes leer buenos libros pero si comes porquerías y tomas licor en exceso, eso también entra en juego. Si eres estudiante de medicina por ejemplo, y pasas horas de horas aprendiendo un nuevo tema en la universidad, pero en el proceso comes mal y duermes poco, no creas que tu mente sólo toma lo bueno que has aprendido; también tomará ese estímulo de la mala comida y ahora eso será parte de quién eres… literalmente.

Somos máquinas orgánicas

Si nuestra mente fuera independiente de nuestro cuerpo, seríamos como pilotos de un auto. Si el auto fuera un súper deportivo del año o uno viejo y destartalado, seguiríamos siendo la misma persona. Mente y cuerpo no funcionan así. Si tu cuerpo es de calidad, tu mente tendrá mayor calidad; si tu cuerpo está mal tenido tu mente sufrirá los efectos.

Por supuesto hay casos espectaculares de cómo la mente trabaja a niveles increíbles sin cuerpos funcionales o saludables. Stephen Hawking quizás es una de las personas más inteligentes de la historia de la humanidad, y su cuerpo no es precisamente saludable; pero estoy hablando del común de los mortales y no de genios como él.

Haz la prueba. Toma agua en vez de Coca Cola, fruta en vez de azúcar refinada, respira aire puro en vez de fumar, etc. En poco tiempo verás que incrementas tu capacidad para producir ideas, resolver problemas y tu calidad de vida se dispara. Entiende que eres lo que comes y que tu mente funciona mejor con un cuerpo saludable.

L.R.

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